Por: Daniel Valdez Garcia
INTRODUCCIÓN
Imaginar un futuro brillante implica guiarnos por la esperanza y potenciar la alegría en nuestras verdaderas vocaciones como médicos, sacerdotes y profesores [1].
Este mundo marcado por la incertidumbre, los conflictos armados y la guerra, nosotros, como profesionales de la salud, la consagrados para el sacerdocio ministerial y los docentes, desempeñamos un papel crucial en la vida de los jóvenes. Ellos son el motivo de nuestras preocupaciones y las inquietudes que nos motivan a actuar cada día. La alegría que emana de nuestro servicio no solo inspira a los jóvenes a abrazar sus propias vocaciones, sino que también contribuye directamente a su felicidad y bienestar.
La alegría y la esperanza que compartimos como médicos, sacerdotes y profesores son esenciales para que los jóvenes se sientan inspirados y motivados a abrazar con entusiasmo sus vocaciones, creando así un impacto positivo en la sociedad [2]. Juntos, formamos una red de apoyo sólida y comprometida que los acompañe en su desarrollo integral y les ayude a enfrentar los desafíos del mundo sin dejar que la adversidad apague su luz, sin que se contagien de adquirir dinero fácil, sexo irresponsable o llenar vacíos con alcohol y otras adiciones.
Nuestro papel como médicos: Acompañamiento a lo largo de la vida
Como médicos, nuestra alegría y entusiasmo por ayudar a los demás nos permiten acompañar a los jóvenes desde la gestación hasta el final de la vida. En tiempos de guerra y conflicto, el papel del médico se vuelve aún más crucial [3]. Un pediatra que, con su calidez y empatía, crea un vínculo especial con sus pacientes y sus familias, se convierte en un bastión de confianza y esperanza. Incluso en situaciones difíciles, el médico puede ser una voz de optimismo, alentando a los jóvenes a mantener su salud mental y emocional, a pesar de las circunstancias adversas. En momentos de crisis, trabajar en equipos médicos que atienden a los afectados por conflictos armados demuestra nuestra capacidad de brindar consuelo y apoyo, reafirmando que la esperanza y la alegría pueden coexistir incluso en medio del caos. Y en cuidados paliativos la empatía y la cercanía aportan a poner en el centro la dignidad del paciente y su familia.
Nuestro papel como sacerdotes: Acompañamiento espiritual de cuna a tumba Nuestra labor como sacerdotes es guiar a los jóvenes en su formación y educación de fe desde su nacimiento hasta el final de sus días. En tiempos de conflicto, nuestra comunidad de fe puede ser un refugio donde los jóvenes encuentren consuelo y fortaleza. Un sacerdote no se queda en preparar y celebrar los sacramentos del bautizo, la primera comunión o la confesión, sino que ofrecemos apoyo emocional y espiritual siendo una fuente de luz en momentos de oscuridad. Al fomentar la esperanza y la alegría a través de retiros espirituales y actividades comunitarias, alentamos a los jóvenes a mantenerse firmes en sus creencias y a encontrar un sentido de propósito incluso en un mundo marcado por la violencia. La fe es un poderoso motor de resiliencia, permitiéndoles visualizar un futuro en el que la paz y la alegría prevalezcan sobre el sufrimiento. El amor construye, el odio destruye [4].
Nuestro papel como profesores: Fomentar el desarrollo integral
Como docentes, nuestra actitud y alegría en la enseñanza son fundamentales para el desarrollo integral de los jóvenes. En medio de la adversidad, debemos crear un ambiente de aprendizaje que aliente la esperanza y la creatividad. Un maestro que organiza proyectos que abordan temas de paz y reconciliación, o que utiliza el arte y el deporte como herramientas para fomentar la colaboración entre jóvenes de diferentes contextos, puede ser un catalizador para el cambio positivo. Enseñar con sinergia a los estudiantes sobre la importancia de la empatía y el entendimiento mutuo les ayuda a desarrollar habilidades que serán vitales en la construcción de un futuro mejor [5]. Nuestra responsabilidad es asegurarnos de que, a pesar de los conflictos que puedan afectar sus vidas, los jóvenes sigan viendo un horizonte esperanzador y lleno de posibilidades.
Conclusión
La colaboración entre nosotros, médicos, sacerdotes y profesores, es fundamental para guiar a los jóvenes hacia un futuro esperanzador y lleno de alegría. En tiempos de guerra y conflicto, ellos son el motivo de nuestras preocupaciones y las inquietudes que nos impulsan a ofrecer lo mejor de nosotros. Al cultivar un ambiente de esperanza y alegría, no solo les ayudamos a resistir las tentaciones dañinas, sino que también les alentamos a abrazar con entusiasmo sus vocaciones auténticas. Mientras vean nuestra alegría en el cuidado, el servicio y la enseñanza, los jóvenes se sentirán inspirados a convertirse en protagonistas de sus vidas y agentes de cambio en la sociedad [6]. Juntos, formando una red de apoyo sólida y comprometida, podemos demostrar que la esperanza y la alegría nunca deben palidecer ante la adversidad, y que podemos construir un mañana más saludable, virtuoso y significativo para todos [7].
[1] Congregación para el clero (1994). DIRECTORIO PARA EL MINISTERIO Y LA VIDA DE LOS PRESBITEROS, Roma.
[2] Gobierno de México (2023). Bases para la colaboración docente. México.
[3] Colectivo de autores (2001) Introducción a la medicina general integral. La Habana, Cuba.
[4]. Cristina Dozzi y Norma Fonseca (2023). El odio destruye, el amor construye, 101.3, La nueva radio Suárez. Disponible en: https://www.lanuevaradiosuarez.com.ar/religion/san-maximiliano-kolbe-logro-vivir-su-lema-que-era-solo-el-amor-crea-el-odio-destruye-64127.html
[5] Freiré, Paulo (1970). Educar para la esperanza. Siglo XXI, ISBN:
978-607-03-1257-1
[6] Padilla Villalobos, Miguel Ángel (2021). Una guía para convertirte en un agente de cambio, ebook, ASIN: B09F89R4NB
[7] Restrepo, Helena y Hernán Málaga (2001). Promoción de la Salud. Cómo Construir una Vida Saludable. Editorial médica panamericana, ISBN13