Toluca, Estado de México.— En el marco de las celebraciones navideñas, el Pbro. Dr. Daniel Valdez García compartió una reflexión divulgativa sobre la importancia de la lactancia materna, subrayando su valor no solo médico y nutricional, sino también humano y espiritual, como una expresión concreta de cuidado, entrega y protección de la vida que comienza.

El sacerdote y académico recordó que el nacimiento de Jesús, celebrado en Navidad, coloca en el centro la fragilidad de la vida confiada a una madre, evocando tradiciones cristianas como la Gruta de la Leche en Belén y el pasaje evangélico que reconoce la dicha de la mujer que amamantó al Salvador. Desde esta perspectiva, llamó a renovar el compromiso social con la protección de los recién nacidos y de las madres en el periodo posterior al parto.

Durante su exposición, explicó que el puerperio o posparto, conocido comúnmente como “la cuarentena”, abarca aproximadamente 40 días después del nacimiento, etapa en la que la mujer se recupera física y emocionalmente y se establece la lactancia. Señaló que los especialistas recomiendan iniciar la lactancia en la primera hora de vida y mantenerla exclusiva durante los primeros seis meses, debido a sus múltiples beneficios para la salud del bebé y de la madre.

Entre los principales beneficios de la lactancia materna, destacó el fortalecimiento del sistema inmunológico del recién nacido, la reducción de la morbimortalidad infantil y la prevención de enfermedades crónicas, de acuerdo con recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Academia Americana de Pediatría (AAP). Para la madre, explicó, la lactancia favorece la recuperación uterina y se asocia con menor riesgo de cáncer de mama y ovario.

El Pbro. Valdez García resaltó además que la leche materna cambia de forma continua, adaptándose a la edad del bebé, al momento del día y a su estado de salud. Por ejemplo, durante la mañana suele tener componentes más estimulantes, mientras que por la noche contiene sustancias que favorecen la relajación y el sueño, lo que ayuda a regular el ritmo biológico del lactante.

Asimismo, subrayó la importancia del apoyo emocional y familiar, el alojamiento conjunto entre madre y bebé, y evitar el uso temprano de biberones o chupetes para facilitar una correcta succión. En caso de molestias o dificultades, recomendó acudir con personal especializado en lactancia.

Finalmente, el sacerdote concluyó que promover la lactancia materna es una responsabilidad compartida que trasciende lo clínico, al convertirse en un acto concreto de cuidado y defensa de la vida. “Cada vez que acompañamos y protegemos a los más frágiles, hacemos visible el Evangelio en lo cotidiano”, expresó, invitando a la comunidad a vivir una fe que se traduzca en compromiso, sensibilidad y esperanza.