Daniel Valdez García
INTRODUCCIÓN
Hoy en día, vivimos en una época donde la información está disponible con solo un clic. Sin embargo, surge la pregunta: ¿qué tan sólida es la verdad de lo que consumimos? La era posmoderna se caracteriza por una pluralidad de discursos, pero también por la confusión y la manipulación. Además de los ciberdelitos, enfrentamos problemas como el acoso y el sexting.
¿Estamos dispuestos a abrazar la verdad y superar las cadenas del relativismo que nos mantienen en un océano de opiniones, sumiéndonos en la confusión?
Hablar y escribir con verdad es una responsabilidad ética y social esencial. Es urgente promover una verdad que fomente el respeto y la acción responsable en todos los aspectos de la vida humana. La búsqueda de la verdad no solo enriquecerá nuestras conversaciones, sino que también fortalecerá nuestra comunidad. Es importante debatir, pero no debemos legitimar la mentira, incluso si es apoyada por la mayoría debido a la ignorancia o la desinformación.
- BULOS Y FAKE NEWS
Estamos enfrentando una sobreabundancia de información, lo que plantea el desafío de discernir entre la verdad y la falsedad. La salud mental y social se ve afectada constantemente por la presión de estar siempre conectados, lo que distorsiona nuestra percepción de nosotros mismos y de los demás. Los algoritmos que nos rodean conocen nuestros hábitos más íntimos.
Los jóvenes son particularmente vulnerables a campañas de desinformación que presentan afirmaciones engañosas como hechos. Aunque tienen acceso a una cantidad sin precedentes de información a través de internet y redes sociales, esta misma sobreabundancia dificulta la identificación de fuentes confiables. La falta de habilidades para evaluar críticamente la información puede llevarles a aceptar como ciertos datos que son simplemente opiniones.
La desinformación puede provocar divisiones y conflictos. Por ejemplo, durante la pandemia de COVID-19, la difusión de noticias falsas llevó a decisiones erróneas que pusieron en riesgo la salud pública.
- LA VERDAD Y LA POSICIÓN DE LA IGLESIA
La Iglesia católica y otras entidades religiosas adoptan diversas acciones y enfoques ante la verdad y el relativismo.
- Derechos Humanos: Defienden los derechos humanos, denunciando la violencia y la corrupción, enfatizando que estos son universales y no deben ser relativizados culturalmente.
- Justicia Social: Promueven la justicia social y la paz, abogando por una sociedad más equitativa y rechazando la impunidad y la corrupción.
- Educación: Fomentan la educación en valores a través de escuelas y programas que desarrollan el pensamiento crítico y valores éticos en oposición al relativismo.
- Dignidad y Género: Aunque mantienen posturas tradicionales sobre género, reconocen la dignidad de todas las personas e impulsan el empoderamiento de las mujeres y la lucha contra la violencia de género.
- Cambio Climático:A través de la encíclica “Laudato Si'” del Papa Francisco, abogan por el cuidado del planeta y reconocen la crisis ambiental como un desafío colectivo.
- Diálogo Interreligioso: Promueven la discusión y el entendimiento entre diferentes tradiciones religiosas como medio para enfrentar el relativismo.
- Movimientos Sociales: Participan en movimientos sociales que buscan cambios en políticas públicas y promueven el bien común, reflejando una verdad que trasciende el relativismo.
CONCLUSIÓN
El acceso a la verdad es un derecho humano universal. A pesar de los desafíos que enfrenta, la Iglesia continúa su labor como un actor relevante en la búsqueda de la verdad en diversos aspectos sociales, éticos y religiosos.
Cada uno de nosotros tenemos un papel en la promoción de la verdad, ya sea en nuestras interacciones cotidianas o en lo que compartimos en redes sociales. Hablar o escribir con verdad es un acto de integridad personal y una responsabilidad social.
Esto es especialmente crucial en el ámbito político, donde los ciudadanos necesitamos información clara para participar activamente en la democracia.
Los jóvenes enfrentan el reto de discernir entre la verdad y la opinión. Sin embargo, nosotros los adultos al fomentar una educación en pensamiento crítico y medios, así como un diálogo abierto y honesto, podemos empoderarlos para que se conviertan en consumidores informados y responsables.
Los adultos también desempeñamos un papel fundamental guiando a los jóvenes en su búsqueda de la verdad, promoviendo conversaciones sobre temas actuales y discutiendo diversas perspectivas para ayudarles a formar un juicio más informado.