Por Carlos Ramírez
El desplegado de 150 militantes del viejo Partido Comunista Mexicano a favor de Claudia Sheinbaum Pardo el lunes pasado ayudó a fijar con claridad el escenario político real de las elecciones presidenciales en cuanto a dos proyectos ideológicos muy claros: el populista social que viene de la izquierda histórica y el neoliberal que impulsa la coalición del espectro ideológico centro-derecha/ultraderecha.
A los sectores progresistas les costó casi tres lustros movilizar a la sociedad desde las marchas estudiantiles del 68 contra la autocracia represiva de los granaderos del PRI y avalada por el PAN en el Congreso y llegar en 1982 y conquistar el Zócalo de la Ciudad de México con el mitin de cierre de campaña del candidato de la izquierda comunista PCM-Partido Socialista Unificado de México, Arnoldo Martínez Verdugo.
Los periodistas Rogelio Hernández y Roberto Rock, del periódico El Universal, hicieron historia profesional con la cobertura de la primera campaña presidencial formal y legal de la izquierda comunista: el PCM había obtenido su registro en 1978, participó de manera improvisada en las elecciones legislativas de 1979 con el 5.4% de los votos y tuvo su primer candidato presidencial reconocido en 1982 con la conquista de más de 800 mil votos, el 3.5% del electorado.
La crónica del mitin que abarrotó el Zócalo el 19 de junio de 1982 registró la presencia de más de 100 mil militantes de la izquierda socialista-comunista, rompiendo el modelo del bloque gobernante PRI-PAN hasta la reforma política de 1978 que legalizó al Partido Comunista. Los textos periodísticos, que deben ser de lectura obligada en las pocas escuelas de periodismo que se preocupan por capacitar a los profesionales de los medios, los juntaron Hernández y rock en el libro Zócalo Rojo, publicado por editorial Océano, con una caricatura de portada nada menos que de Rogelio Naranjo.
La historia del PCM fue avasallada por el origen priísta de la Corriente Democrática de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano: en 1989, el PCM entregó a Cárdenas su registro legal para configurar un nuevo partido de izquierda, pero los priistas disidentes no entendieron el conflicto político ideológico del viejo comunismo con el poscardenismo como populismo mixto. El PRD se olvidó de las definiciones socialistas del PCM, registraron un partido socialdemócrata con un enfoque ideológico entre poscardenista y neoalemanista y hoy los rescoldos del PRD no ocultan su definición ideológica de liberalismo decimonónico en modo Coparmex.
La izquierda que conquistó el Zócalo Rojo en 1982 definió con claridad un proyecto socialista, pero con garantías de funcionamiento democrático, es decir se ajustó a las reglas formales de la democracia electoral. El problema, sin embargo, fue que esa izquierda socialista se topó con una sociedad lobotomizada por el cardenismo priista y por los convenios ideológicos del PRI con el PAN para una economía mixta que desactivó el potencial social del Estado. Cuando el presidente Salinas de Gortari definió al PRI como el partido del neoliberalismo de mercado en marzo de 1992, la izquierda había sido aislada dentro del PRD y el cardenismo 2.0 no fue sino una caricatura del viejo modelo populista del PRI.
El desplegado de los 150 militantes del viejo Partido Comunista, circulado el lunes, clarifica con precisión que en la lista no participan dos comunistas ya colocados en la derecha empresarial de Claudio X. González: Joel Ortega Juárez y Jorge G. Castañeda, los dos abajofirmantes del desplegado de intelectuales a favor de Gálvez Ruiz, aunque se debe incluir también al renegado Roger Bartra en modo de Isaac Deutscher, quien abandonó a la derecha del PCM, hace pocos años aterrizó como ideólogo del PRI de Alito y se convirtió en la punta de lanza contra el populismo del presidente López Obrador.
La izquierda comunista se hizo a un lado en el PRD y sus militantes quedaron a disposición de posiciones menores de gobiernos locales perredistas y sin ninguna intención de confrontación con los liderazgos de expriístas en el PRD y en los hechos se marginaron de las tareas del partido. Hoy, esas figuras comunistas que siguen teniendo influencia en algunos sectores sociales y sindicales de universitarios resurgen para confrontar a viejos militantes de las deslavada izquierda comunista –el PSUM y el PMS– que se separaron del partido para constituir grupos de presión académica y que terminaron controlando algunos organismos autónomos del Estado y también autónomos de la sociedad y son base del PFRAN.
El movimiento nuclear del 68 tuvo su punto culminante ideológico en el Zócalo Rojo de 1982, pero de entonces al 2024 la derecha empresarial deslavó el mensaje cromático para convertir el rojo ideológico en un rosa empresarial.