Por Carlos Ramírez

A partir del criterio de que la 4T necesita un “nuevo liderazgo” diferente “al del líder original” del movimiento porque las circunstancias “ya no serán las de tomar la plaza” y a partir de la certeza de que la propuesta lopezobradorista de rechazo al neoliberalismo “no se ha traducido en fórmulas precisas”, Claudia Sheinbaum Pardo ya había advertido con anticipación de algunos ajustes en estrategia económica de continuidad.

En su propuesta titulada “100 pasos para la transformación” y en su “Proyecto de Nación 2024-2030”, la candidata de Morena-PT-PVEM había adelantado críticas a la insuficiencia de la propuesta del presidente López Obrador de un nuevo modelo “posneoliberal” de desarrollo, aunque agotado sólo en el aspecto retórico y sin una estrategia integral de políticas económicas, macroeconómicas y de desarrollo.

Aunque no tuvo mucha repercusión por la dinámica y vorágine de las campañas y las confrontaciones entre las candidaturas, los documentos centrales del gobierno de Sheinbaum fueron muy claros en señalar que estaría llegando a su fin con el sexenio de López Obrador y que “el nuevo liderazgo de Morena habrá de desempeñar su papel con un estilo diferente al del líder original de la 4T, pues sus circunstancias ya no serán las de tomar la plaza para inaugurar una nueva época, sino las de consolidar lo logrado y avanzar el ejercicio del poder en el contexto del nuevo régimen”.

Sheinbaum establece con precisión las diferencias de presidencia respecto de los estilos conocidos de López Orador; ella adelantó que el suyo será de un “liderazgo renovado” que “tendrá y podrá hacer compatible su sello personal en la forma de gobernar con lo que debe de mantenerse ya como constante diferencia respecto del viejo sistema: la claridad en las razones que llevan a la toma de decisiones, explicarlas sistemáticamente e implementarlas de tal manera que mantenga la predisposición ya lograda de una gran parte de la ciudadanía no solo aceptarla sino a respaldarlas, a hacerlas suyas”.

Con sentido crítico, la candidata lopezobradorista señaló algunas de las principales fallas del proyecto de la 4T, sobre todo las que tienen que ver con la economía y por lo tanto su efecto en las masas sociales. Y parte del criterio de que el perfil antineoliberal-posneoliberal sólo se quedó en la superficie del discurso: “hasta ahora, el rechazo del discurso de la 4T al neoliberalismo no se ha traducido en fórmulas precisas para saber de qué manera México va a conducirse frente al mercado nacional y mundial aún dominado por las inercias del modelo neoliberal, ni cómo se propone orientar en el futuro inmediato su aparato productivo como resultado de su creciente y acelerada integración a la economía norteamericana”.

Para Sheinbaum, “la discusión que tiene lugar en Estados Unidos en torno a su propio modelo económico y su papel en la globalización obliga al Gobierno de México, dada su creciente dependencia, a diseñar alternativas dentro del modelo que se adopte y aún a disposición a la flexibilidad teórica y práctica sobre el uso de todos los instrumentos que un gobierno con una orientación de izquierda puede usar para proteger las fuentes de trabajo y el bienestar de los sectores mayoritarios”.

Asimismo, en su crítica a la estrategia económica de la 4T puso énfasis en la austeridad del aparato de gobierno y en el cobro de los impuestos no pagados por los grandes contribuyentes, “pero esa política ya llegó a su límite y no se puede eludir el tema de una reforma fiscal”. Señala con precisión que “un proyecto de gasto social de infraestructura como el que anima a la 4T no es viable con un fisco relativamente pobre”. Dice también que “mientras el fisco de los países de la OCDE recaba en promedio 34.1% de su PIB, en México el porcentaje es de apenas 17%”, y aporta el dato de que inclusive a nivel latinoamericano la carga fiscal mexicana impide el financiamiento del gasto social, con el dato adicional de que el cobro de impuestos en México es apenas mayor al de República Dominicana, Guatemala, Paraguay y Panamá.

NUEVA ECONOMÍA

La economía aparece como un tema central en la propuesta de “100 pasos para la transformación”, nada más que con compromisos no sólo difíciles de alcanzar, sino menores a las expectativas abiertas por el candidato López Obrador en su campaña de 2018 cuando se comprometió a un crecimiento promedio anual del PIB de 6%, aunque en la realidad, por el peso brutal del costo productivo de la pandemia, el promedio sexenal será de 0.8%.

La candidata Sheinbaum presenta una propuesta modesta de crecimiento económico: una tasa de crecimiento promedio anual del PIB de 3% en el periodo 2025-2030, apenas la mitad de lo que prometió López Obrador y sólo un punto porcentual al promedio anual del PIB en el largo período del ciclo neoliberal 1983-2018, con la circunstancia siempre presente de que el promedio anual del PIB en el lapso populista 1934-1982 fue de 6% y tasas promedio anual de inflación de 3%.

Entre las cifras del periodo populista y el periodo neoliberal, la propuesta del Gobierno de Sheinbaum será de 3%, aunque datos oficiales de organismos económicos internacionales han señalado con insistencia que México necesitaría crecer, por el nivel de su población, a una tasa promedio del PIB de 6%, para poder darle empleo en el sector formal al poco más de un millón de mexicanos que cada año se incorpora a la población económicamente activa que demanda salarios con prestaciones sociales dignas de ser considerada como salario remunerador, es decir suficiente para el gasto y el bienestar de una familia de cuatro miembros.

El principal problema del sexenio de Sheinbaum estará en la herencia envenenada del sexenio del presidente López Obrador: PIB promedio anual menor a un 1%, con lo cual se rezagó un sexenio más la recuperación del bienestar, aunque la culpa se le debe acreditar a la decisión internacional de cerrar la planta productiva ante la pandemia del COVID-19 que paralizó la economía mexicana en 2020 y la llevó al sótano de -8.2%.

Las informaciones oficiales del Banco de México acaban de informar que el PIB mexicano será de 2.4% en 2024 –al menos hasta la mitad del año, aunque se prevé una mayor caída hacia diciembre–, contra la meta oficial de criterios generales de política económica para 2024 de 2.5%-3.5%. Y la situación crítica del crecimiento económico se agravará para 2025, el primer año formal de arranque del Gobierno de Sheinbaum: Banxico anunció con pesimismo que el PIB del año próximo será de 1.5% –la mitad del 3% prometido por Sheinbaum– y quizá menos, obligando a la nueva política económica a una mayor reactivación del crecimiento económico para salir del bache de estancamiento pospandemia que la política económica de López Obrador no quiso modificar por sus efectos como presión inflacionaria.

Estos datos señalan que el punto de partida económico del Gobierno de Sheinbaum no será de 3% prometido por la Hacienda de López Obrador para este año, sino la mitad o menos y por lo tanto estaría obligando a una aceleración productiva en el 2025 que tendrá presiones inflacionarias.

La herencia transexenal más apretada se localiza en un gasto público exhausto por el financiamiento de obras de infraestructura de interés presidencial y la necesidad de ampliar la cobertura de beneficios sociales para la población desprotegida. En ese sentido, la estrategia de la Presidencia de Sheinbaum está dando por descontada una reforma fiscal, con la circunstancia favorable de que contará con la mayoría calificada de Morena y aliados en el Congreso para modificar la Constitución con una nueva reforma fiscal.

En el planteamiento de sus propuestas Sheinbaum se compromete a aumentar la recaudación de grandes contribuyentes al menos en 10% en 2030 con respecto a 2024, y también aumentar la recaudación como porcentaje del PIB al menos 1 punto porcentual cada año, ambas decisiones que implicarán aumentar la carga fiscal a los sectores económicos que han sido descuidados por la política tributaria.

Y si López Obrador se había comprometido a la descentralización de las dependencias del sector público para desahogar la Ciudad de México, Sheinbaum dará un paso mucho más audaz: se comprometió a fusionar secretarías del gabinete para ahorrar gasto y recuperar recursos públicos; en este contexto, afirma que fusionará Defensa Nacional y Marina, Gobernación y Secretaría de Seguridad, Economía y Energía y de paso Turismo, Salud y Secretaría de Bienestar, Educación con Cultura y Agricultura con Desarrollo Urbano, es decir, disminuir el sector central que hoy tiene 19 secretarías de Estado a solo 12.

Con sus propuestas dadas a conocer en el último tramo de su campaña, la candidata Claudia Sheinbaum definió el perfil propio de su gobierno para marcar un Nuevo Inicio después del lopezobradorismo y el inicio del sheinbaumismo.

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