Por Julio Alejandro AGUIRRE PADILLA
*Estos políticos que se van, pero se quedan.
*Servidores públicos rancios, ambiciosos y aferrados.
Insostenible el grado de cinismo que toman los dirigentes, qué no líderes, de los partidos políticos derrotados.
Ahora sí que se van ¡pero se quedan! para seguir haciendo daño al instituto que representan, pero sobre todo a los habitantes que, pocos o muchos, han confiado en sus principios.
No tienen una pizca de vergüenza. Sabido por todos lo que viene siendo el “partido” Revolucionario Institucional (PRI) desde que llegó a la silla Alejandro Moreno Cárdenas.
Personaje merecedor a medalla como el gran perdedor, sin duda el más perdedor de todos cuántos han pasado y mire que hay varios que, utilizando el poder, han hecho lo que les viene en gana pasando por sobre los intereses de la misma institución.
El PRI no es único. Sucede con la dirigencia nacional del partido blanquiazul (PAN) y lo que sucedía con el PRD, ahora en el cementerio de partidos.
A ellos se les unen los dirigentes en los estados. Todos son iguales, piensan igual y ambicionan lo mismo, quedarse porque aún en ruinas decirse dirigente de equis partido les reditúa enormes ganancias.
Ciertamente los estatutos de los partidos hablan de un tiempo para renovar sus comités (nacional y estatales); es decir se van (supuestamente) por ley, nunca por vergüenza política electoral.
Se van, pero se quedan ¿y a qué se quedan? Respuesta por todos conocida.
Se van de las dirigencias, pero se quedan aplastados en un curul que ellos se asignaron imponiendo su cargo sin siquiera realizar campaña.
Sus candidatos perdieron por mandato del pueblo, pero por “sus pistolas” ellos seguirán cobrando desde una curul en la Cámara de Diputados o de Senadores.
¿Con que calidad moral y política seguirán acudiendo al “Corazón de México” (Congreso de la Unión) disque para impulsar reformas que beneficien a la sociedad?
CASTIGO Y JUBILACIÓN
México no merece tener en el Congreso a dirigentes derrotados; urgen cambios de fondo. Establecer reglas para que ningún político de un partido pase a otro.
Reglas que establezcan que aquel político que pierda una elección no pueda competir por otro puesto durante un tiempo conveniente.
Reglas que impida que un diputado o senador solicite permiso de un trabajo que le asignó el pueblo para irse a buscar otro cargo.
Basta ya de tanto chango que brinca de un mecate a otro riéndose de las leyes y de los ciudadanos.
Un ciudadano de a pie es echado de su trabajo a cierta edad. Una patada y una miserable pensión que alcanza para maldita cosa; en cambio el político se eterniza en el servicio público al grado de llegar en silla de ruedas a su fuente de trabajo (¡sí es que llega!).
Eso no está bien. Hay altos personajes que sin estar activos (a la vista de la ciudadanía) se mantienen en las nóminas de los gobiernos.
¡Hay que jubilarlos y a temprana edad, mejor!
Es por ello que la política en nuestro país huele a rancio, huele a interés por el dinero y el poder mientras en lugares inapropiados se encuentran jóvenes valioso y preparados.
Es de ellos el futuro del país y es en sus manos en que debe quedare nuestro México lindo, querido y jodido.
Sostengo lo aquí dicho en reiteradas ocasiones. La política es la máxima industria donde se forjan en corto tiempo los nuevos millonarios del país.
El pueblo se cansa de tanta pinche tranza.
Tal vez gané o tal vez perdí/ tal vez lloré o tal vez reí/ ahora sé que fui feliz y si lloré también ame/ puedo seguir hasta el final…A mi manerA.