Por Julio Alejandro AGUIRRE PADILLA
*Hipódromo electoral.
*Veo flaca la caballada, pero es lo que hay.
Con permiso de mis lectores llevaré al terreno de la hípica el panorama y futuro inmediato de 17 millones de mexiquenses que el día del Derby (2 de junio) se volcarán en las taquillas (urnas) con la ilusión de que su ejemplar triunfe.
Los dueños de los caballos (partidos) tuvieron tiempo suficiente para ir observando, entrenando y decidir que ejemplares de su cuadra resultaron dignos para competir en la gran carrera que tiene como bolsa 125 alcaldías y alcanzar el Congreso local.
Como amante a los pura sangre e interés ciudadano para que mi entidad progrese y trascienda, seguí de cerca el acontecer diario y una vez conocidos los participantes de todas las cuadras políticas (Morena, PAN, PVEM, PRD, PRI, MC, PT) veo una gran variedad de concursantes (candidatos).
Debo confesar que no me gusta lo que veo, pero garantizo que el 2 de junio ahí estaré apostando (votando) por los equinos que tengan mejor record, estén menos flacos, tengan más porte y, sobre todo, fijarme en quién es su entrenador y quién su dueño.
Caballos y yeguas están registrados y viene el entrenamiento abierto al público (pueblo) más importante (tiempo de campañas) y observar qué ejemplar es de buen arranque, quién es de distancia corta y quién bueno en el terreno largo, como también quién se queda al tronar las puertas.
Mi apuesta (voto) no será pretendiendo quién llegue al poder me haga millonario; quiero que gane mi familia, mis vecinos, mi municipio y mi estado.
La caballada está flaca, insisto, porque hay cuadras (partidos) que no tienen cantidad y calidad de ejemplares en sus caballerizas y se lanzan por el simple hecho de no quedarse afuera de la gran carrera.
Observo caballos viejos, cansados y mañosos.
Veo alguna potranca con buena estampa, pero no sabemos qué tan liega pueda resultar.
Veo potrillos que no tienen las tablas para conseguir el objetivo; sin embargo, en las grandes competencias también se dan las “chicas” (gana el menos favorito).
Veo, también, movimientos (tranzas) de los dueños de las cuadras que estarán jugando con caballos propios, pero al mismo tiempo no se enojarán si gana el vecino y competidor porque llevan su “mochada”.
Las carreras de caballos las sigo por convicción…la política por obligación.
Espero, por lo tanto, una competencia limpia; qué gane quién mejor haga las cosas construyendo no destruyendo.
También espero que el próximo 2 de junio el verdadero ganador sea la democracia porque democracia es pueblo; porque el pueblo da y quita, y porque el pueblo es el espectador y al final de cuentas el dueño del espectáculo.
Los jinetes (candidatos) tienen la última palabra y como auténticos profesionales deberán afianzarse en el sillín y bajar el fuete (promesas coherentes en campaña) al momento de escucharse el grito que tanto apasionada: ¡Aaaaaaaaaarancan!
Los veo en la meta señores.
Tal vez gané o tal vez perdí/ tal vez lloré o tal vez reí/ ahora sé que fui feliz y si lloré también amé/ puedo seguir hasta el final…A mi manerA.