Ante la falta de fuerza proletaria ideológicamente organizada de los trabajadores del Poder Judicial y los partidos de oposición desideologizados y ajenos a la sociedad, los diputados del PRI, del PAN y de Movimiento Ciudadano no tuvieron más argumento el martes en la sede alterna de la Cámara de Diputados que gritar que había muchos jóvenes estudiantes en la calle protestando contra la reforma judicial.

No ha faltado en la argumentación la referencia obvia al 68 estudiantil que fue estructurado y movilizado por la izquierda universitaria y la izquierda comunista para protestar solo contra la represión de granaderos y sin hacer ningún planteamiento democrático, ni presentar –como sugería José Revueltas– alguna propuesta concreta para reformular la educación superior que en ese entonces capacitaba los recursos profesionales del Estado priista ya conservador y la UNAM que funcionaba como aparato ideológico del PRI.

Algunos han escrito con timidez el recuerdo del grupo #YoSoy132, aquella protesta estudiantil que nació en la conserva- dora Universidad iberoamericana y que fue movida por los políticos Manuel Camacho Solís y Marcelo Ebrard Casaubón tratando de utilizarla como grupo opositor al apanicado candidato presidencial priista Enrique Peña Nieto en 2012. Aunque se colocó en el centro ideológico, el 132 estaba más inclinado al conservadurismo panista que a la entonces candidatura populista perre- dista de Andrés Manuel López Obrador.

Los grupos estudiantiles que protestaron ayer no configuraron ningún movimiento de masas y solo se identificaron como estudiantes de las escuelas de derecho públicas y privadas, sobre todo de la UNAM, pero sin aclarar que el área de derecho en la Universidad Nacional y en el Instituto de Investigaciones Jurídicas es el refugio político-ideológico del constitucionalismo conservador del PRI. Y en las escuelas privadas de derecho se capacita con buenos niveles de educación para el modelo económico de la empresa privada.

Por cierto, en redes sociales se identificó a uno de los dirigentes de los grupos estudiantiles universitarios que protestaron en los últimos días en las marchas en el Congreso contra la reforma judicial: Arturo Chaikovski, operador juvenil de manifestaciones en 2003 a favor de la coalición PRI-PAN y ahora identificado como presunto estudiante de la FES Aragón en la organización de protestas juveniles, aunque en sus mensajes aclarando que los participantes no deben estar afiliados –aunque él sí– a algún partido político, administración universitaria o autoridad.

Los estudiantes de derecho tienen razones suficientes para inquietarse y protestar contra la reforma judicial, porque su implementación estaría construyendo un nuevo sistema jurídico publico diferente al escalafonario y meritocrático que enseñan en las escuelas. Inclusive, y es la parte más grave del nuevo sistema judicial, todo el plan de estudios actual de las escuelas de derecho no va a servir para las nuevas reglamentaciones y leyes que implementaría la reorganización del aparato judicial con la reforma, y en consecuencia, los estudiantes que egresen del sistema educativo jurídico no tendrán funcionalidad en el nuevo Poder Judicial en curso.

Pero aun así, las protestas estudiantiles tampoco alcanzaron a construir un verdadero bloque de poder como en el 68 o en el 2012 y solo quedaron en pequeños grupos que fueron a protestar a gritos al congreso y que rápidamente se trasladaron agitadamente a la Magdalena Mixhuca donde se estaba instalando el pleno para la discusión y aprobación de la reforma judicial. Los videos muestran a pequeños contingentes estudiantiles bloqueando las calles y confrontándose con la sociedad, algunos desgastándose en tratar de explicarles a los automovilistas que su protesta tenía razón porque se estaba instalando, decían, una dictadura judicial, ante la mirada atónita de quien no pudieron circular en las calles con sus vehículos.

Las referencias de los diputados a los estudiantes que protestaban en las afueras del improvisado salón de pleno legislativo carecieron de fuerza y de intencionalidad y quedaron en meras referencias que no provocaron reacción alguna entre los legisladores. Y hasta donde se pudo ver el martes, no hubo una sinergia o articulación orgánica de las luchas entre los trabajadores del Poder Judicial que fueron a defender su empleo y los estudiantes que protestaban contra el cambio en el modelo jurídico de la República porque les afectaba su ritmo de capacitación educativa.

Queda para la anécdota el hecho de que el abogado constitucionalista Ricardo Monreal Avila había sido exaltado por estudiantes de derecho por el tono de sus clases, pero el martes fue denostado por su papel central en la aprobación de la reforma judicial.

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