Por Carlos Ramírez

A la memoria viva de Manuel Buendía, a cuarenta años de su asesinato político

El presidente López Obrador puso a los intelectuales conservadores al borde de un ataque de nervios.

Los pronunciamientos, desplegados y declaraciones de los intelectuales orgánicos de la superestructura cultural del proyecto derechista de Claudio X. González han sido una muestra muy clara de las machincuepas de los jefes de las mafias culturales del PRIANREDE: Roger Bartra, Héctor Aguilar Camín y Enrique Krauze, entre muchos otros.

Por cierto, en el debate del posicionamiento partidista-electoral de intelectuales que presuntamente son hombres de ideas se debe recordar aquella frase de Octavio Paz para referirse a la alianza Camín-Krauze hoy reconstruida que había firmado en 1972 una nota provocadora en el suplemento La cultura en México del intelectual priista Fernando Benítez y que la había calificado con acidez: “siameses intelectuales” que tenían “un medio cerebro en dos cuerpos”. Ese suplemento era cueva cultural del nacionalismo revolucionario del PRI.

La lógica racional de los intelectuales ha configurado una nueva propuesta en la teoría del pensamiento político: la democracia autoritaria, es decir, la existencia de reglas democráticas hasta el límite en el que el adversario supone que detrás de cierto radicalismo democrático se encuentra el fermento de una dictadura y entonces la democracia tendrá el derecho de imponerle coerciones dictatoriales y antidemocráticas para evitar un autoritarismo en ese momento inexistente.

Bartra, Camín y Krauze han escrito durante mucho tiempo ensayos sobre la democracia, pero ahora se sabe que los límites de la democracia, en buen lenguaje campirano, terminan en los bueyes del compadre: como ellos suponen sin probar que en la propuesta lopezobradorista hay una argumentación autoritaria de dictadura, entonces no importa que López Obrador y su candidata hayan estado cumpliendo de manera escrupulosa con todas las reglas que establece la democracia electoral y sólo por la sospecha de una autocracia se le tiene que cerrar el camino democrático a esa corriente que por lo demás, hasta hoy, sigue siendo mayoritaria.

La democracia autoritaria de Bartra, Camín y Krauze es igualmente destructiva y antidemocrática que la presuntamente democracia autoritaria que le acreditan al presidente López Obrador, quien por cierto se ha sometido a las reglas de la democracia en sus propuestas y las avanza si son legitimadas políticamente y las contiene si el espacio parlamentario le impiden avanzar.

Este pensamiento autoritario de los intelectuales demócratas cabe muy bien en el marco analítico y teórico de Krauze cuando analizó a López Obrador para concluir que configuraba la imagen de un mesías tropical. La democracia autoritaria de Krauze hoy es fundamentalista, por lo tanto, y democrática y desde luego maniquea, con la circunstancia agravante de que el autor de “Por una democracia sin adjetivos” condiciona el reconocimiento democrático a sus propias reglas del juego y no a las que establecen las propias prácticas democratizadoras.

El problema de esta corriente de intelectuales de la democracia autoritaria es que termina siendo exactamente igual a las prácticas excluyentes de las dictaduras políticas. El escenario schmittiano de votar por democracia o dictadura/autoritarismo/mesianismo hace caer a los intelectuales presuntamente demócratas en el territorio unidireccional de excluir al contendiente bajo el supuesto de que no es demócrata. Por ello, Bartra, Camín y Krauze reproducen en la derecha intelectual el modelo autoritario binario de Carl Schmitt de la política como la relación amigo/enemigo, base fundamental del pensamiento fascista.

Como policías del pensamiento que suponen presuntos delitos que no se han cometido pero que pudieran cometerse, los tres intelectuales orgánicos del PRIANREDE están condenando a la hoguera en que el oscurantismo medieval quemaba a los presuntos brujas y brujos antirreligiosos a quienes están cumpliendo escrupulosamente con todas las reglas de la democracia, pero los tres intelectuales dicen que han consultado su bola de cristal y los gobernantes del segundo sexenio del lopezobradorismo instauraran una dictadura que terminará, dicen que de manera definitiva, con las prácticas democráticas de los viejos PRI, PAN y PRD.

El desplegado de los 270 intelectuales prianredistas pasará a la historia cultural del país como un ejemplo de cuando los hombres de la cultura sustituyeron las ideas con el garrote de la política autoritaria.

Queda la certeza de que los intelectuales del PRIANREDE deben ser releídos y leídos como propagandistas y no como personas de ideas.

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