Mientras la comunidad internacional observa en silencio o con escasa reacción, Gaza enfrenta una catástrofe humanitaria sin precedentes. En las últimas 24 horas, un bebé de apenas 10 días de nacido, dos niños y dos adultos perdieron la vida a causa de la desnutrición, según reportes de organizaciones locales y agencias humanitarias.

La situación en la Franja, asediada por bombardeos constantes y bloqueos que impiden el acceso de suministros básicos, se ha vuelto insostenible. Entre marzo y junio de este año, la ONU reportó que la desnutrición infantil se duplicó, mientras miles de familias dependen de la escasa y limitada ayuda humanitaria que logra cruzar los controles militares.
Imágenes recientes muestran escenas desgarradoras: multitudes desesperadas lanzándose sobre camiones de ayuda alimentaria que logran ingresar en medio del caos. El hambre no solo se siente, se ve y se grita en cada rincón de Gaza.
Organizaciones humanitarias y defensores de derechos humanos insisten en que se trata de una crisis impuesta, no natural. “Esto no es una consecuencia inevitable de la guerra, es una táctica de asfixia”, denuncian.
A pesar de los llamados urgentes de organismos internacionales, las acciones concretas siguen siendo insuficientes. En redes sociales, etiquetas como #GazaUnderSiege, #GenocidioEnGaza y #PalestinaLibre han mantenido viva la exigencia de justicia, visibilización y ayuda urgente.
Gaza resiste, pero con cada día que pasa, la tragedia se profundiza. El mundo no puede seguir mirando hacia otro lado.