Por Carlos Ramírez

Finalmente y ante la coyuntura de posicionamientos electorales, los membretes de sociedad civil, frente cívico y unidad en la diversidad se quitaron el disfraz ciudadano y el 19 de mayo aparecerán como masa de la candidatura de Xóchitl Gálvez Ruiz como abanderada del bloque PRIANREDE ahora ya definido de centro conservador-ultraderecha ideológica.

La estrategia era previsible, pero a lo largo de los meses anteriores, las agrupaciones de la sociedad civil y grupos cívicos se cuidaron de cualquier pronunciamiento de carácter partidista; ahora ya no hay para dónde hacerse: los liderazgos presuntamente no partidistas y sí antilopezobradoristas –José Woldenberg, Lorenzo Córdova Vianello, Norma Piña Hernández, entre las figuras más destacadas– estarán obligadas a votar por los escudos del PRI de Salinas de Gortari y Alito Moreno Cárdenas, por el PAN escamoso de Marko Cortés y Felipe Calderón Hinojosa y por el PRD acomodaticio y ya en la ultraderecha de los Chuchos Zambrano y Ortega.

El líder de la estrategia de construir un discurso cívico no partidista fue nada menos que el expresidente del PRD Guadalupe Acosta Naranjo, quien salió destripado del partido por irregularidades políticas, y a su lado en la planeación estratégica del frente cívico nacional aparece otro experredista también destripado, Carlos Navarrete Ruiz, quien fue cesado de la presidencia del PRD por manejos sospechosos de perredistas que aparecieron encargos municipales en la zona de Iguala durante el secuestro y asesinato de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa.

Por tanto, no hay nada más falso que una ola rosa social y apartidista de definido color tricolor-azul-amarrillo–, porque el frente cívico nacional está en manos de experiodistas, expriistas, exlopezobradorista y activistas –como Emilio Álvarez Icaza– que naveguen con bandera ciudadana, pero están afiliados a la alianza del PRIANREDE. Y cómo olvidar a miembros del frente cívico que nacieron a la política nada menos que en los dos partidos fundados por Jesús Ortega Martínez antes de afiliarse el PRD, el PST y el partido del ferrocarril, y que recibieron fondos políticos de figuras del PRI –como el presidente Luis Echeverría- -para engañar a los militantes.

La marcha del 19 de mayo servirá para mostrar a la sociedad político-electoral que la sociedad civil y el rimbombante frente cívico han sido sólo una tapadera de los intereses primero del PRI, del PAN y del PRD y ahora de su candidata Xóchitl Gálvez Ruiz, exfuncionaria panista del Gobierno de Vicente Fox, exdelegada panista capitalina, exsenadora panista y candidata presidencial panista por acuerdo PAN-PRI.

La ola rosa está configurada por tres grandes corrientes: la ciudadana que ha señalado su distanciamiento directo de la política de manos sucias que representan los tres partidos coaligados, la de la élite de exfuncionarios y exministros de la corte que nunca ocultaron su militancia antilopezobradorista y los tres partidos registrados que designaron por dedazo a Gálvez Ruiz e incumplieron su compromiso formal de realizar una elección interna realmente democrática, porque el PRI y el PAN se repartieron las candidaturas a espaldas de la ciudadanía: Estado de México y Coahuila para el tricolor y Ciudad de México y presidencial para el panismo.

La ola rosa realizó tres grandes marchas multitudinarias en Ciudad de México –con la asistencia de los mismos militantes de siempre, entre sociedad y figuras destripadas del PRI, del PAN y del PRD– y en ellas dejó muy claro que se trataba de una defensa ciudadana de instituciones públicas republicanas; pero ante la inminencia de las elecciones y la tendencia electoral de las encuestas, la sociedad civil y los membretes del frente cívico se quitan la máscara ciudadana y se van a presentar como parte de la masa electoral que votará de manera obligada por el PRI de Alito, el PAN de la ultraderecha aliada a Vox de España y los perredistas que cambiaron su ideología poscardenista por los fundamentos ideológicos del pos-salinismo que define la ideología excomunista y exguerrillera y echeverrista de los Chuchos.

Así que no hay –y las pruebas estarán a la vista del próximo 19 de mayo– sociedad civil ni frente cívico, sino electores que votarán por el PRI, el PAN y el PRD a favor de la panista-foxista Gálvez Ruiz.

Y finalmente terminará de amalgamarse el gran bloque político ideológico del centro conservador a la ultraderecha que representan los intereses del empresario ultraconservador Claudio X. González, la Coparmex jugando en la cancha de Xóchitl, el Episcopado mexicano que también se quitó la máscara progresista y marcha ya al lado de la peor iglesia de ultraderecha, los empresarios que protestan no por ideología sino porque fueron excluidos del contratista gubernamental y los jóvenes sin partido que atienden los cantos fascistas del corto plazo.

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