En el umbral de una nueva era tecnológica, miles de empresas se encuentran atrapadas en un silencio aterrador: la cibercrimen ya no tiene que esperar. Gracias a los avances de la inteligencia artificial y, más ominosamente, de la computación cuántica, una sombra oscura se cierne sobre las infraestructuras digitales: una amenaza tan poderosa que podría desarmar, en cuestión de segundos, los mecanismos de seguridad que las compañías han confiado durante décadas.

La digitalización ha sido el motor del crecimiento moderno, pero también el talón de Aquiles de muchas organizaciones. El Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) registró más de 83 000 incidentes de seguridad informática en España durante 2024, un aumento drástico que refleja la audacia de los criminales digitales. 

Pero eso no es todo. Hoy, los atacantes ya no operan solos ni usan técnicas rudimentarias: se han aliado con la IA, la misma tecnología que promete revolucionarlo todo. Informes recientes indican que el 71 % de las empresas considera que los ciberataques potenciados por inteligencia artificial representan una amenaza grave, y muchas anticipan que estos riesgos aumentarán aún más en los próximos años. 

Y como si no bastara, en el horizonte aparece el desafío cuántico: los ordenadores cuánticos avanzan a paso firme, y cada día más expertos coinciden en que, una vez que alcancen su madurez, podrían romper en minutos los cifrados más seguros que protegen hoy los datos empresariales. 

Este riesgo hipertecnológico no es una distopía lejana; es una “tormenta perfecta” que se está gestando. Los métodos de cifrado más usados (como RSA o ECC) podrían quedar obsoletos frente a la potencia de los qubits, poniendo en jaque la confidencialidad y la integridad de la información empresarial. 

Algunos expertos, lejos de caer en el pánico, llaman a prepararse ahora con criptografía “post-cuántica”: algoritmos diseñados especialmente para resistir los ataques del mañana.  Sin embargo, entrenar sistemas, actualizar protocolos y reconstruir arquitecturas de seguridad no es tarea sencilla. Muchas empresas lo han postergado, convencidas de que la amenaza es aún muy lejana.

Mientras tanto, la amenaza no espera. Si los atacantes comienzan hoy a capturar datos cifrados —con la idea de descifrarlos en el futuro, cuando la tecnología cuántica esté lista—, podrían estar sembrando bombas de tiempo en la nube corporativa. 

El mensaje de los expertos es urgente: no basta con reforzar las defensas actuales, hay que anticiparse. La seguridad digital debe evolucionar al ritmo de las máquinas que acechan. La pregunta que muchas empresas ahora enfrentan no es si serán atacadas, sino cuándo… y si estarán listas para resistir.