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Auditorio de Tecámac, ejemplo de corrupción Priísta

*Construido durante el gobierno del exmandatario, Eruviel Ávila Villegas, desde un inicio la obra estuvo plagada de irregularidades y fallas, lo que llevó el abandono del lugar

El Auditorio Metropolitano de Tecámac, una obra monumental inaugurada el 10 de marzo de 2017, es un testimonio silencioso de la corrupción y mala gestión en el Estado de México. Abandonado desde hace siete años, el edificio se mantiene en pie sin un destino claro, ganándose el apodo de “elefante rojo” de la entidad.

La obra costó 600 millones de pesos durante el mandato del priista Eruviel Ávila Villegas. La inauguración del auditorio fue un evento pomposo, encabezado por el entonces presidente Enrique Peña Nieto, acompañado de autoridades municipales, estatales y federales. Se prometió que el recinto sería sede de diversas actividades culturales, recreativas y deportivas para los habitantes del Edomex.

Sin embargo, la realidad fue distinta. La Auditoría Superior de la Federación (ASF), en su revisión de la cuenta pública de 2015, reveló que el costo del auditorio no fue de 430 millones de pesos como se había proyectado, sino 169 millones 929 mil pesos más. Además, el tiempo de construcción se extendió de 307 a 553 días, evidenciando una deficiente planeación del proyecto que no cumplió con las necesidades de capacidad y normativa vigente para espacios públicos de uso masivo.

El auditorio fue utilizado brevemente para eventos del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Sin embargo, solo ocho meses después de su inauguración, el edificio fue cerrado debido a daños estructurales y otras deficiencias. Eventos programados, como el concierto sinfónico de Los Ángeles Azules, tuvieron que ser suspendidos o trasladados, en este caso, a la Arena Ciudad de México.

Ubicado sobre la calle Lázaro Cárdenas en la colonia Antonio Díaz Soto y Gama, en la zona limítrofe con Ecatepec, el Auditorio Metropolitano de Tecámac tiene capacidad para 13 mil personas. Irónicamente, el terreno donde se erige el auditorio solía ser un basurero. Hoy en día, el auditorio sigue siendo un recordatorio del despilfarro y la corrupción que plagan la gestión pública en el Estado de México.

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