En Israel hoy se vive una jornada marcada por el duelo, la reflexión política y la tensión militar, cuando se cumplen dos años del ataque sorpresa ejecutado por Hamás el 7 de octubre de 2023, que desencadenó la escalada bélica más grave en años entre Israel y la Franja de Gaza.
El gobierno israelí organiza actos estatales de conmemoración en honor a las víctimas, integrando ceremonias oficiales en que miembros de las Fuerzas de Defensa, familiares de los fallecidos y autoridades estatales rinden homenaje. La fecha tiene para muchas familias el dolor de las pérdidas —más de mil personas murieron en ese ataque y cientos fueron secuestradas—, convirtiéndose en un momento simbólico que marca el punto de inflexión del conflicto actual.
Pero el homenaje no es solo ritual: también sirve de escenario para reafirmar demandas políticas que trascienden el recuerdo. El primer ministro israelí ha condicionado cualquier avance diplomático o acuerdo con Hamás a la liberación completa de los rehenes que aún están retenidos, así como al desarme de la organización.
El saldo humano y las críticas a la respuesta militar
La ofensiva militar que Israel lanzó en Gaza en respuesta al ataque ha dejado un costo devastador: según diversas fuentes periodísticas y organismos de derechos humanos, se estiman decenas de miles de muertos en la Franja, una destrucción masiva de infraestructuras y un severo colapso humanitario.
Organismos internacionales y defensores de derechos humanos han señalado la posibilidad de que algunas operaciones israelíes constituyan crímenes de guerra o atentados contra civiles, especialmente en medio de bombardeos sobre zonas densamente pobladas y la falta de capacidad para evacuar a la población civil.
Los rehenes: una herida abierta
Una de las principales tensiones del presente día gira en torno al destino de los rehenes tomados por Hamás durante el ataque inicial. Aunque varios fueron liberados en negociaciones intermedias, aún quedan decenas de personas en cautiverio —entre ellas, algunas fuentes apuntan a que quedan alrededor de 20 vivos en prisiones secretas de Hamás.
Hamás ha intentado ejercer presión mediática publicando videos de rehenes pidiendo el fin de los bombardeos israelíes y exigiendo avances en las negociaciones. Israel, por su parte, insiste en que no dará pasos diplomáticos importantes sin asegurar la restauración de la seguridad nacional y la liberación de todos los capturados.
Tensiones políticas nacionales e internacionales
Dentro de Israel, la conmemoración también se traduce en debates sobre los errores de inteligencia y las fallas en la preparación militar del país para un ataque de tal magnitud. Críticos señalan que hubo omisiones graves en la prevención y la respuesta inicial, lo que permitió el letal ingreso de milicianos palestinos ampliamente armados.
A nivel internacional, Israel ha expresado su malestar con la coincidencia en España de una votación parlamentaria sobre un embargo de armas al país, que tendrá lugar el mismo 7 de octubre. La embajada israelí calificó la decisión como “perversa, inhumana y aberrante”, al entender que la fecha elegida coincide con un día de luto para las comunidades judías.
Por otro lado, iniciativas diplomáticas para retomar negociaciones de alto el fuego y reconstrucción en Gaza han escalado en días recientes, aunque con la advertencia israelí de que no habrá acuerdos “sin condiciones mínimas de seguridad”.
Un futuro con heridas abiertas
A dos años del ataque, el panorama muestra grandes interrogantes más allá del recuerdo. ¿Acaso será posible avanzar hacia una paz estable sin garantías de seguridad para Israel? ¿Cómo reparar el tejido social y la infraestructura en Gaza después de tanta destrucción? ¿Qué rol podrán jugar los actores externos —Estados Unidos, Egipto, la ONU— para mediar una tregua duradera?
Las conmemoraciones sirven tanto para honrar a las víctimas como para recordarnos que aquella fecha no fue solo un episodio del pasado: sigue definiendo el presente y condicionando cualquier posibilidad de un nuevo rumbo en Oriente Medio.