Con la llegada de la temporada de lluvias, los bosques del Estado de México se convierten en el escenario de una de las experiencias más auténticas y sostenibles del turismo alternativo: el micoturismo. De julio a septiembre, municipios como Amanalco, Amecameca, Jiquipilco y Ocoyoacac celebran el inicio de “Hongosto”, una fiesta natural que combina tradición, biodiversidad y gastronomía.
Impulsado por la Secretaría de Cultura y Turismo del Estado de México, este modelo de turismo sustentable permite a visitantes explorar los senderos húmedos del bosque, donde los hongos silvestres emergen como tesoros escondidos entre la hojarasca. Guiados por recolectores locales, los participantes aprenden a identificar, recolectar y respetar hasta 40 especies comestibles de hongos de las 140 registradas en la región.
Más que una excursión, el micoturismo es un ritual de conexión: caminar lentamente, observar con atención, recolectar con cuidado y compartir con gratitud. Canastas de mimbre, navajas pequeñas y el conocimiento heredado por generaciones se convierten en las herramientas esenciales de esta experiencia transformadora.
La travesía culmina en cocinas comunitarias donde los hongos recolectados se convierten en delicias tradicionales: guisos con epazote, salsas verdes, tamales o tortillas recién hechas que rinden homenaje a la cultura culinaria del bosque.
“Hongosto” no solo fortalece la economía de las comunidades rurales, también dignifica el conocimiento ancestral, fomenta el respeto por el medio ambiente y permite descubrir el bosque no solo como un paisaje, sino como un hogar vivo y compartido.
Durante esta temporada, los bosques mexiquenses invitan a mirar con nuevos ojos y a escuchar las enseñanzas de la tierra. En cada hongo, en cada historia contada junto al fogón, se comparte una verdad esencial: la naturaleza no se consume, se honra.