Más tardó la candidata demócrata Kamala Harris en concederle a Donald Trump su derrota en las pasadas elecciones presidenciales del 5 de noviembre que el candidato republicano retomar el estilo de ejercicio atrabiliario del poder que había perdido la noche del 6 de enero de 2021 cuando el asalto al Capitolio no pudo suspender el recuento legislativo de votos que le otorgó la victoria al candidato demócrata Joseph Biden.
Entre las muchas personalidades de la psicología política de Trump, sin duda que la que lo retrata de cuerpo entero fue su comportamiento ese 6 de enero al lanzar a sus huestes al asalto violento del Capitolio –símbolo del régimen político estadounidense– a su grito de “¡vamos a luchar como demonios!”
El Trump que acaba de amenazar a México con aumentarle aranceles en 25% si no paraba como en 2019 las caravanas de migrantes que entran por la fuerza a territorio americano y si no liquidaba los cárteles del fentanilo, que advirtió a Canadá que sería el estado 51 de la Unión americana vía la anexión que forma parte de la estructura expansionista de Washington y que bramó con desatar un infierno en el Medio Oriente por el tema de rehenes, es el mismo Trump que tuvo su mayor exposición histórica aquel 6 de enero.
Entre muchos otros, el libro Frente al poder. Trump, Bezos y el Washington Post, del director del diario Martin Baron resume en diez y media páginas ese momento histórico en que el régimen político estadounidense estuvo a punto de convertirse en una guerra civil, en una revolución conservadora o en un golpe de Estado. Los siguientes párrafos se basan en ese libro.
Trump lanzó el 19 de diciembre del 2020 un tuit para convocar a sus seguidores a una manifestación en la capital del país justamente el 6 de enero de 2021. “Acudid. Será emocionante”. Grupos radicales y violentos y desde luego grupos armados extremistas, alborotadores y centenares de seguidores furiosos del candidato derrotado respondieron al mensaje de su líder: “solo nos salvaremos si millones de americanos van a Washington y ocupan toda la zona, si es necesario, asaltan el Capitolio”, azuzó un comentarista de derecha en un video a favor de Trump.
Los miles de seguidores se dieron cita en las inmediaciones del capitolio, mientras el presidente Trump operaba los estímulos a sus seguidores, lo que fue interpretado como un gesto de aprobación porque no movió ni medio tuit para impedir el asalto al congreso.
A las 12:17, en su discurso ante la mul- titud cerca de la Casa Blanca, Trump dijo a los manifestantes que debían marchar hacia el Capitolio… “y yo estaré allí con vosotros”, porque “nunca recuperaremos a nuestro país con debilidad”. A la 1:02 el vicepresi- dente Pence como presidente del Congreso informó que no detendría el conteo de votos como había exigido Trump. A la 1:10, al terminar su discurso e incitando a la multitud a dirigirse al Capitolio, Trump dijo: “y vamos a luchar. Vamos a luchar como demonios, y si no lucháis como demonios, no volveréis a tener un país”. Barón cuenta que en esos dis- cursos de coyuntura Trump utilizó 20 veces la palabra luchar.
A las 2:12, los sublevados irrumpieron en el Capitolio, se declaró un receso en el Senado y luego en la Cámara de Representantes y un minuto después los agentes de seguridad evacuaron al vicepresidente de la Cámara del Senado. Alrededor de las 2:15 la muchedumbre del exterior comenzó a cantar: “colgad a Mike Pence”. A las 2:24 Trump tuiteó: “Mike Pence no tuvo el coraje de hacer lo que debería haber hecho para proteger nuestro país y nuestra Constitución”. Hasta las 16:17 Trump no pidió a la muchedumbre a sublevada que abandonara el Capitolio y escribió un tweet: “os queremos. Sois muy especiales. Recordad para siempre este día”.
La turbamulta ofendió a los congresistas, se metió hasta el escritorio de la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi y en algunas puertas de las oficinas escribieron mueras contra la prensa.
Después de los incidentes y de la calificación de victoria al candidato demócrata Biden, Trump continuó su campaña en contra de las elecciones y con el argumento del fraude electoral. Como candidato por tercera ocasión, Trump borró de su discurso lo ocurrido ese 6 de enero. Y ya como candidato victorioso reconocido por su adversaria Kamala Harris, Trump regresó a su lenguaje violento, amenazante y unidireccional contra todos aquellos que se van a oponer a la consolidación de su proyecto de reconstrucción interna del poderío americano.
Solo hay dos casos similares de candidatos que se rebelaron contra el resultado oficial: Hugo Chávez y su golpe de Estado de 1992 y Andrés Manuel López Obrador en 2006 con su plantón y su orden para cerrar con candados el Congreso para impedir la toma de posición de su adversario. Los dos después ganaron el poder con votos.