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Séptimo artículo: El nos amó primero

Por Daniel Valdez García

INTRODUCCIÓN

En México más de una vez hemos escuchado que digan las personas que lo hacen o dicen de corazón, incluso reproches como “¿que no tienes corazón?”

Pues, la cuarta encíclica, que significa universal, del Papa Francisco, publicada el 23 de octubre con el título “Dilexit nos”, aborda el amor humano y divino del Sagrado Corazón de Jesús. Este documento es tanto hermoso como complejo en varios aspectos.

El texto hace un llamado a la coherencia entre tres formas de expresión: el pensamiento, los sentimientos y las acciones. Se busca que lo que se piensa esté en sintonía con lo que se siente y lo que se hace. Aunque puede parecer un trabalenguas, en realidad es un aforismo que resalta la importancia de la armonía interna.

Los animo a leer la encíclica en su totalidad.

  1. ENCÍCLICAS PONTIFICIAS SOBRE EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Es notable que esta encíclica, la más teológica del Papa, reflexione sobre el corazón en contraposición a los algoritmos de la era digital.

En 1899, el Papa León XIII publicó su encíclica “Annum Sacrum”, en la que consagró el género humano al Sagrado Corazón de Jesús, introduciendo también las letanías correspondientes.

Más tarde, en 1928, el Papa Pío XI emitió “Miserentissimus Redemptor”, donde se centró en la expiación en relación con el Sagrado Corazón y nos dejó una oración.

En 1939, el Papa Pío XII lanzó su primera encíclica, “Summi Pontificatus”, para conmemorar los 40 años de la encíclica de León XIII.

En 1956, también el Papa Pío XII publicó “Haurietis aquas”, que se enfoca en el culto al Sagrado Corazón, dividiendo el documento en tres secciones que guían al lector desde la fundamentación teológica hasta la tradición del Nuevo Testamento sobre el culto al Sagrado Corazón.

Ahora, en 2024, el Papa Francisco presenta “Dilexit nos”, coincidiendo con el 350 aniversario de las apariciones del Sagrado Corazón, en el marco de un congreso titulado “Reparar lo irreparable”.

  1. IMPORTANCIA DEL CORAZÓN

Es fundamental aclarar que no se refiere al corazón como órgano vital ni a sus connotaciones románticas, filosóficas o literarias.

La célebre frase del francés, matemático y físico Blaise Pascal, “El corazón tiene razones que la razón no entiende” [1], alude a cómo las decisiones impulsadas por el afecto o la pasión no siempre pueden ser analizadas de manera racional. En este sentido, la Biblia menciona el corazón en cerca de mil ocasiones: ama a Dios, ora, se goza, se vuelve, busca, confía y se rinde a Él.

Los adjetivos utilizados en la Biblia para describir el corazón son reveladores. Este puede ser adúltero, angustiado, duro, agradecido, fiel, entre otros. La Biblia señala que “de la abundancia del corazón habla la boca” (Lc 6, 45).

En términos generales, el corazón representa nuestra dimensión espiritual, donde residen emociones y deseos. Las Escrituras también nos enseñan que Dios tiene un corazón: David es descrito como un hombre “conforme al corazón de Dios” (Hechos 13, 22), mostrando que Dios elige líderes que conocen y siguen Su corazón (1 Samuel 2, 35; Jeremías 3, 15).

En el Nuevo Testamento, el corazón es crucial, simbolizando la esencia de la fe y la relación entre lo espiritual y lo terrenal, así como la intimidad en el amor.

Jesús enfatiza en Marcos 12, 30: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón”, recordando que sin corazón no podemos experimentar ni expresar amor. Dios nos creó para tener una relación amorosa con Él.

El amor de Jesucristo se manifiesta a través de su corazón, cuyas acciones y palabras están dirigidas hacia el Padre y hacia nosotros. A Santa Margarita María Alacoque, Él le dijo: “Este es el corazón que tanto ama a los hombres”, representando su amor incondicional. El Papa Francisco hace eco de sus predecesores y nos exhorta a un amor misionero ansioso por la divinidad.

Menciona a santos como Teresita del Niño Jesús, quien nos anima a confiar en Jesús, cuyo corazón nos consuela y nos impulsa a consolar a los demás en su sufrimiento. La experiencia del dolor debe ser abrazada y acogida en el amor de Cristo, reflejándose en la belleza del perdón. La encíclica concluye señalando que las réflexiones anteriores están íntimamente ligadas al respeto por la dignidad humana y el cuidado de nuestra “Casa Común”, promoviendo la solidaridad y la fraternidad.

CONCLUSIÓN

En orden a reparación, comparto para reflexionar la oración publicada en la encíclica del Santo Padre:

«Pido al Señor Jesús que de su santo Corazón broten para todos nosotros ríos de agua viva para curar las heridas que nos infligimos, para fortalecer nuestra capacidad de amar y de servir, para impulsarnos a aprender a caminar juntos hacia un mundo justo, solidario y fraterno. Esto hasta que celebremos juntos con alegría el banquete del reino celestial. Allí estará Cristo resucitado, que armonizará todas nuestras diferencias con la luz que brota sin cesar de su Corazón abierto. Bendito sea siempre!» [2].


Referencias

[1] Blaise Pascal, Pensamientos, tr. de Mario Parajón, p. 61

[2] Homilía durante la Santa Misa, Domus Sanctae Marthae (27 junio 2014): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (4 julio 2014), p. 10.

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