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Krauze y Camín: contra el PRI en el 68 y con el PRI en 2024

Por Carlos Ramírez

El dato más revelador del proceso electoral presidencial, además de la inexistencia de la sociedad civil y presencia de falsos frentes cívicos, se localiza en el realineamiento ideológico de los intelectuales mexicanos. Dos de ellos que participaron en las protestas estudiantiles del 68 en contra del régimen priista hoy aparecen convocando a la sociedad para que voten por el PRI de Alito Moreno y no de Lázaro Cárdenas, por el PAN de Fox y no de Manuel Gómez Morin y por el PRD de los echeverristas-salinistas Chuchos y no el de la ruptura democrática de Cuauhtémoc Cárdenas.

Y como en política ya no hay repliegues porque la participación pública tiene que pasar por exposición mediática. Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín, primero muy amigos, luego adversarios y ahora nuevamente hermanados por el PRIANREDE, pasaron de la disidencia activa sesentayochera a la militancia a favor de una candidata panista que representa los intereses de la fase neoconservadora y ultraderechista del PRI, del PAN y del PRD.

La firma de Krauze y Camín ha aparecido en todos los desplegados del actual proceso electoral a favor de la alianza PRIANREDE y una larga lista de agrupaciones colocadas en el espectro radical de la derecha a la ultraderecha, bajo la dirección política y teórica de la activista empresarial Claudio X. González.

El problema no se localiza en la militancia personal que todo ciudadano puede y debe tener frente a la realidad electoral del país, sino que los dos mandarines de las dos comunidades intelectuales más importantes –se pelean, se contentan, se vuelven a pelear, se vuelven contentar– utilizan sus razonamientos con las ideas para convocar a la militancia en contra de una fuerza política frente a la de la adversaria. Ahí, y releyendo a Julien Benda, se puede encontrar la argumentación que revela la traición de los intelectuales en su texto clásico de 1927, donde perfila en un juego de palabras a la francesa la presentación de los intelectuales por su papel dominante en el dominio e imposición de las ideas como modernos clérigos.

Benda ironiza, citando a Maritain, el enfoque intelectual de la política como un acto de amor y señala que los sacerdotes del amor “presentan la democracia como la realización política de su ideal. Salmodian: la democracia está relacionada con el cristianismo y la ola democrática surgió en la historia humana como una manifestación temporal de la inspiración evangélica”.

El problema no se localiza, pues, en la militancia personal de los intelectuales, sino en la forma en que asumen sin rubor lo que critican: el valor absolutista de las interpretaciones sociales y políticas, presentándose ellos y sus defendidos como la única vía en la interpretación de la política; es decir, reproducen el mecanismo autoritario unidireccional de presentar sus ideas como las únicas en una lucha política que suele llegar a posiciones polares, pero siempre dentro de las reglas institucionales del juego político.

Krauze y Camín se encuentran hoy en la trinchera que resiste la expansión política de Morena y aliados: el frente conservador PRI-PAN-PRD-Coparmex-Episcopado-izquierda renegada-empresarios desplazados del contratista gubernamental-exlopezobradoristas-Departamento de Estado-USAID-expriistas y experredistas destripados… y los que se vayan acumulando en los próximos días.

La militancia política actual de Krauze y Camín como promotores de la candidatura y los intereses políticos del PRIANREDE y aliados obligan a una relectura de todas sus propuestas intelectuales desde el 68: Camín fue asesor del proyecto ideológico neoliberal de Carlos Salinas de Gortari y recibió beneficios de empresas públicas controladas por Raúl Salinas de Gortari y Krauze ha contado varias veces cómo operó como consejero machiavelliano del Príncipe al desarrollar actividades de corrección de estilo y enfoque ideológico de discursos del candidato salinista-priista Luis Donaldo Colosio.

Los intelectuales traicionan a la sociedad, narra con precisión Benda, cuando sirven a los intereses de grupos incrustados en el poder, cuando la función de las intelectuales debiera ser la de colocarse por encima de las pasiones mezquinas de partidos y poderes y plantearle la sociedad interpretaciones de la realidad y opciones, pero no llamar a votar por un grupo político determinado y menos por la candidata que representa los intereses del PRI, el PAN y el PRD.

En un prefacio de 1946 Benda es directo: “la tesis que sostenía en 1927 era que los hombres cuya función es defender valores eternos y desinteresados como la justicia ya la razón –y a los que denomino clérigos o personas letradas o sabias– han traicionado esa función en pro de intereses prácticos”.

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