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Décimo artículo: Cada latido es un susurro de esperanza 

Por Daniel Valdez García

INTRODUCCION

Deseo que este artículo les dé luz y sea ayuda para cruzar el umbral de la esperanza.
 
La realidad es que los abortos espontáneos ocurren con más frecuencia de lo que se suele imaginar[1]. Hay casos donde las mujeres no saben que están embarazadas. Este artículo no aborda esos tipos de aborto ni los embarazos ectópicos que requieren intervención quirúrgica. Nos centraremos en los abortos que se refieren eufemísticamente como “interrupción del embarazo”, provocados por diversos métodos.
 
Desde hace años, el aborto inducido ha sido objeto de debate público. Madre Teresa de Calcuta, ganadora del Premio Nobel de la Paz, expresó en 1979: “Con el aborto, las madres no aprenden a amar, sino a resolver dilemas matando… El mayor destructor de la paz es el aborto”.
 
La misión más noble de la ciencia médica es cuidar, proteger y celebrar la vida, incluso la de los nasciturus que aún no han visto la luz del día[2]. Aunque nadie debería estar por encima de la objeción de conciencia de los profesionales con principios éticos[3],, la ley de salud de 2023 establece: “La objeción de conciencia no podrá invocarse, de manera enunciativa más no limitativa, cuando se encuentre en riesgo la vida del o la paciente, cuando se trate de una urgencia médica, y cuando implique una carga desproporcionada para el/la paciente”. Esto abre la puerta a la posible criminalización del personal sanitario.
 
A pesar de los esfuerzos de Monseñor Raúl Gómez González, no se ha logrado sensibilizar a quienes consideran que elegir implica decidir sobre la vida de un inocente, así que hay mucha tarea por delante para hacer conciencia.
 
El objetivo de este artículo es explicar por qué la Iglesia Católica se opone al aborto y por qué esa posición es relevante.
 

EL BRILLANTE MAGISTERIO DE SAN JUAN PABLO II
 
Desde el ámbito biológico, existe consenso en que la vida humana inicia en la concepción, momento en que se crea un organismo único con su propio ADN. Este argumento respalda la idea de que la ciencia reconoce la individualidad y potencial de vida desde las etapas más tempranas.
 
Cada latido fetal, audible incluso por ultrasonido, simboliza la esperanza y la promesa de lo que puede llegar a ser. La Iglesia Católica sostiene que la vida humana es sagrada desde la concepción hasta la muerte natural. En palabras de Dios al profeta Jeremías: “Antes de formarte en el vientre ya te conocía” (Jeremías 1, 5). Según la fe católica, Dios tiene un propósito para cada vida, no somos producto del azar. La dignidad de cada ser humano es intrínseca, como afirma la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948). El derecho a la vida es el primero y fundamental, base de todos los demás derechos, y el derecho a matar nunca puede ser legítimo.
 
Continuamente, la tradición y enseñanza de la Iglesia defienden los derechos de los más vulnerables, promoviendo sociedades más justas y respetuosas con la dignidad humana.
 
La encíclica “Evangelium Vitae” (“El Evangelio de la Vida”), escrita por el Papa Juan Pablo II en 1995, es un documento esencial de la Iglesia Católica. Con una sólida base moral y teológica, argumenta que la vida humana es un don divino y valioso, sobre el cual los seres humanos no deben decidir arbitrariamente. En relación con el aborto, enfatiza que es un “crimen abominable” y que la vida del no nacido debe ser protegida rigurosamente[4]. El derecho a la vida nunca puede subordinarse a ideologías (Papa Francisco, 2014). Se hace un llamado a los católicos a ser “el pueblo de la vida y para la vida”, promoviendo activamente una cultura que defienda la vida humana.
 
La pregunta de Dios a Caín, “¿Qué has hecho con tu hermano?” (Génesis 4, 9), interpela a aquellos que, afirmando ser católicos, promueven la licencia para matar. El documento advierte que el poder absoluto deshumaniza, e insta a buscar el bien integral de la madre y el máximo interés del vulnerable.
 
 

EL ABORTO COMO PARTE DE UNA IDEOLOGIA
 
La tradición médica, a través del Juramento Hipocrático, defiende el cuidado y preservación de la vida. La medicina holística busca promover no solo el bienestar físico, sino también el mental y social. Brindar alternativas y apoyo a las mujeres embarazadas es una forma de alinearse con este enfoque, ofreciendo opciones para preservar la vida tanto de la madre como del niño, junto con innovaciones en cuidados neonatales.
 
El aborto, bajo ningún argumento, puede considerarse una acción positiva. Los más afectados son los niños inocentes y también los jóvenes que se sienten atrapados sin opciones. En cada decisión sobre el futuro de una vida, es fundamental recordar que cada latido representa un susurro de esperanza que merece ser escuchado.
 
El aborto implica causas multifactoriales y no debe considerarse únicamente desde la perspectiva de la salud pública; es una cuestión fundamental de derechos humanos, compasión y justicia social. Debe abordarse con empatía y respeto por las diversas historias de vida implicadas. Es crucial fomentar la solidaridad al valorar y proteger la vida, en lugar de adherirse a una ideología que insensibiliza la conciencia humana. Las redes de apoyo son esenciales para los casos de embarazos no deseados, ofreciendo alternativas como la adopción y brindando apoyo material, emocional y espiritual tanto a la madre como al niño. Colectivos y organizaciones luchan por el respeto y la dignidad de las personas, coincidiendo en la necesidad de proteger a los más vulnerables, lo que es esencial para nuestra humanidad.
 
La realidad es que el índice de embarazos en niñas mayores de diez años es elevado y representa un alto riesgo[5]. Las clínicas clandestinas han provocado infertilidad e incluso la muerte de las pacientes. Las violaciones son otro tema que debe ser discutido en un contexto legal, empoderando a las mujeres para que tengan los mismos derechos y dignidad que los hombres. Sin embargo, esto debe abordarse de una manera diferente, sin legitimar el aborto como un derecho humano de las mujeres. Nadie se embaraza por accidente.
 

CONCLUSION

Es crucial tomar decisiones informadas y empáticas. Aunque el camino pueda ser difícil, siempre hay luz al final del camino. Es vital ayudar a los jóvenes a vivir sus valores de manera comprometida, sin generar necesidades innecesarias que podrían llevar a dependencias o adicciones, como las sexuales, las emocionales, la bulimia o la anorexia. Las necesidades básicas son respirar, dormir, nutrirse, descansar, etc.

Todos debemos mirar más allá de las circunstancias inmediatas. El embarazo no planificado puede ser visto como una oportunidad para el crecimiento y la esperanza. A pesar de las dificultades, siempre hay una luz al final del camino. Por el contrario, situaciones como el Síndrome Post Aborto pueden llevar a distanciamientos y convertirse en problemas crónicos[6]. Todo aquel que manipula la conciencia para formalizar la legalización del aborto, tarde que temprano se enfrentará a la sociedad que se lo demandará.

Referencias
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[1] INEGI (2022). Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) atendieron a las madres que presentaron 69.5 % de las defunciones fetales. Por su parte, las unidades médicas privadas atendieron 15.0 por ciento de estos casos.
 
[2] Cf. Protección jurídica del nasciturus, disponible en http://ri.uaemex.mx/handle/20.500.11799/65867].
 
[3] Cf. Etica de los incentivos a profesionales sanitarios: Fundación de Ciencias de la Salud y FFOMC; Directotes Gracia G., Rodríguez Sendin JJ. 2009; Dickens B. Servicios de salud reproductiva y el Derecho y ética de la objeción de conciencia. Revista Argentina de Teoría Jurídica. 2009;13:2-9. 

[4] Cf. Gaudium et Spes, 51.

[5] Chung, W.H, Kim, ME., Lee, J. «Comprehensive understanding of risk and protective factors related to adolescent pregnancy in low- and middle-income countries: A systematic review». Journal of Adolescence. 2018; 69: 180-188.
 
[6] Chung, W.H, Kim, ME., Lee, J. «Comprehensive understanding of risk and protective factors related to adolescent pregnancy in low- and middle-income countries: A systematic review». Journal of Adolescence. 2018; 69: 180-188.s

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