Por Carlos Ramírez
Sin tener en el sexenio lopezobradorista ninguna posibilidad de incorporar a México a la lógica de los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos, la Casa Blanca encontró en la candidatura de Xóchitl Gálvez Ruiz-PRI-PAN-PRD la posibilidad de influir en el electorado mexicano para regresar a la subordinación de Palacio Nacional a la defensa de los intereses nacionales estadounidenses.
Apenas en febrero de este año, la candidata opositora Gálvez Ruiz realizó una gira oficial a los centros de poder político, estratégico y legislativo de la Comunidad de Inteligencia, la política exterior y el Departamento de Estado como el Departamento de Colonias de Washington y allí dejó entrever que su candidatura y victoria electoral significaría el regreso de México a la subordinación de la geopolítica y seguridad nacional de EU basada en la defensa de la american way of life o modo de vida americano que han planteado todos los gobiernos estadounidenses en sus planes de seguridad nacional.
Durante el gobierno el presidente López Obrador, Estados Unidos hizo hasta lo imposible para subordinar a México a los planes estratégicos de Washington, pero se encontró con un modelo diplomático mexicano que en circunstancias anteriores el historiador Lorenzo Meyer calificó de nacionalismo defensivo y que no es otro que utilizar el método de definición de estrategias de la Casa Blanca pero para definir y defender los “intereses nacionales mexicanos” por encima de los estadounidenses.
El gobierno el presidente Biden se ha encontrado que México, mal que bien, extiende los intereses de política interior como instrumentos de prioridad en política exterior: el apoyo al expresidente Donald Trump, la negativa hacer el patio trasero de la migración americana, impedir la militarización estadounidense de la estrategia junto el narcotráfico, denunciar de manera consistente que el tráfico de drogas de México a EU es producto de la satisfacción de la demanda de los millones de adictos estadounidenses que requieren la droga para vivir, el bloqueo a los intentos de Biden de regresar al modelo latinoamericano manejado desde el Departamento de Estado y obligar a la DEA a someterse al control de reglas estrictas de la Secretaría mexicana de Relaciones Exteriores, movilizar al embajador de México en la ONU a votar a favor del reconocimiento del Estado Palestino justo en momentos en que la Casa Blanca apoya-financia-arma a Israel en las brutal represión en la franja de Gaza, entre otras temas de la agenda bilateral que han enfurecido al presidente estadounidense y a sus principales asesores.
En este contexto, el reporte del Departamento de Estado sobre derechos humanos pone el dedo en México, pero sin reconocer que ya no existe la vieja estrategia de represión contrainsurgente de los gobiernos del PRI contra la disidencia y la guerrilla y que obedecían a la lógica y entrenamiento de Estados Unidos. No ha sido un secreto que los años de represión brutal de la Dirección Federal de Seguridad fueron durante el priismo y se dieron por la subordinación de la policía política mexicana a la CIA, sobre todo de dos de sus principales directores: Fernando Gutiérrez barrios y Miguel Nazar Haro, y que en la actualidad las oficinas mexicanas de inteligencia no obedecen a los intereses todavía contrainsurgentes de la comunidad de espionaje de EU.
Y es hasta el lugar común señalar que Estados Unidos ve la paja de violación de derechos humanos en el ojo ajeno, sin reconocer la viga en el propio: el racismo contra las comunidades mexicana, afroamericana y asiática y sus descendientes actuales, la represión ahora mismo contra estudiantes que protestan contra la política de Biden hacia Israel en Gaza e Irán, la brutalidad policiaca que ha asesinado a decenas de inocentes y muchas otras expresiones que no respetan los derechos humanos de los estadounidenses.
El informe del Departamento de Estado sería el punto central de intervencionismo de Estados Unidos en el proceso electoral mexicano, toda vez que tuvo un elemento importante en la visita que realizó en febrero la candidata opositora Xóchitl Gálvez Ruiz en franca violación de los criterios del nacionalismo político que debieron de ser considerados en tanto que le abrieron la puerta mexicana a la comunidad americana de inteligencia y seguridad nacional.
El bloque opositor Xóchitl-PRI-PAN viene de organizaciones políticas que se subordinaron a los intereses hegemónicos de Estados Unidos y que están buscando el regreso de México al paraguas de seguridad nacional de Washington, sin importar que el enfoque de intereses de EU aquí implica una cesión de soberanía nacional.