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BIBLIA SIN GLOSA

Sacerdote Daniel Vaz García

En un mundo lleno de ruido y confusión, hay un libro que ha perdurado a lo largo del tiempo, hablando a reyes, sabios y humildes por igual: la Biblia. Su mensaje profundo de amor, redención y verdad nos invita a conectar con lo divino. ¿Cuántas veces has sentido que sus páginas tienen las respuestas a tus inquietudes más profundas? Cuando Santa Teresa de Ávila deseaba ‘la Biblia sin glosa’, no solo buscaba un texto puro, sino una conexión auténtica con el corazón de Dios. Al explorar la riqueza de la Palabra, recordemos que su antigüedad no disminuye su relevancia; más bien, cada palabra está llena de vida, esperando impactar nuestras vidas y las de quienes nos rodean.

  1. PRESENCIAS DE JESUCRISTO

Imagina abrir la Biblia y escuchar la voz de Dios susurrándote por tu nombre. Cada versículo brilla como un rayo de luz en la oscuridad, ofreciendo promesas de amor y redención que resuenan profundamente en nuestra alma. En este caso, al leer, estamos en presencia del autor, que es Dios.

Jesucristo está presente en la Eucaristía, en la Palabra de Dios y en la comunidad:

  1. BIBLIA SIN COMENTARIOS

La dedicación a una interpretación fiel de la Biblia no es solo una tarea académica; es una llama en el corazón de aquellos que desean que esta voz sea escuchada y su amor sentido. Esa pasión nos mueve a compartir el mensaje de gracia y verdad en un mundo sediento de esperanza.

Es fundamental que la interpretación y traducción de la Biblia sean cuidadosas, preservando su mensaje original para evitar errores y confusiones. Santa Teresa de Ávila prefería “la Biblia sin glosa”, refiriéndose a los textos que los monjes copistas preservaron del Antiguo y Nuevo Testamento. San Francisco de Asís también valoraba la pureza del Evangelio; al darse cuenta de las interpretaciones erróneas, envió a los franciscanos a estudiar, incluyendo a figuras como Alejandro de Hales, Buenaventura de Bagnoregio, Juan Duns Escoto y Guillermo de Ockham.

La Biblia abarca historia, literatura, moral, espiritualidad, teología, antropología y arqueología. Sin embargo, siempre existe el riesgo de sacar los textos bíblicos de su contexto, y algunas traducciones pueden carecer de precisión. Por ejemplo, en hebreo, la palabra עָרְלָה (orlah) significa tanto “prepucio” como “hojas de árbol”. Asimismo, el sustantivo “hermano” (אָח, “aj”) se aplica también a hermanastros y primos; no existe un término distintivo para ello en hebreo, al contrario de lo que ocurre en español. Además, hay palabras que suenan similares; por ejemplo, עֹרֵב (orev) significa “cuervo”, mientras que “Oreb” es el nombre de un príncipe madianita (Gn 8, 6-7; Ju 7, 24-25; 8, 3-5; Sal 83, 11).

CONCLUSIÓN

Entre las mejores traducciones de la Biblia al español destacan la Biblia de Jerusalén y la Biblia de nuestro pueblo, de Luis Alonso Schökel.

Imagina tener en tus manos un libro que ha guiado a reyes y campesinos, que ha brindado consuelo en tiempos de guerra y esperanza en días oscuros. Este libro es la Biblia: una fuente inagotable de sabiduría, amor y verdad. Al igual que Santa Teresa de Ávila, quien ansiaba ‘la Biblia sin glosa’, también nosotros estamos llamados a descubrir la pureza de este texto sagrado. En un mundo lleno de confusiones, volvamos a las raíces de la fe, donde cada palabra cuenta y cada verso resuena en nuestros corazones.

La Biblia no es solo un libro, sino una conversación personal y comunitaria con Dios. Su comprensión ha transformado vidas, alimentando una fe robusta y auténtica. No es solo un documento del pasado. Te invito a descubrir cómo sus enseñanzas son relevantes en el presente.

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